El apabullante triunfo de Bernardo Arévalo y Movimiento Semilla responde a un cambio tectónico en el sentir ciudadano. El hartazgo de la población ante el sistema político corrupto coincidió con una oferta decente y capaz de conectar con esa población.
Ante el cambio que señala el voto por Arévalo, las élites nacionales enfrentan una alternativa: o cambian la forma de vincularse con el Estado, o Guatemala —sociedad, economía e institucionalidad política— terminará por cambiar de élites. Los indicadores económicos, sociales, políticos, ambientales y de bienestar humano muestran un país en crisis. Y las élites, que por 4 décadas ejercieron incuestionablemente su predominio, no pueden evadir la responsabilidad causal en ello.
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