Tag: política

  • ¿Educación bíblica?: el encantador de serpientes en la plaza

    Este insulto a la naturaleza civil del Estado debería preocuparle a usted, especialmente si es cristiano practicante.

    El partido que nos trajo un candidato dos veces plagiario trae hoy una nueva oferta de merolico en autobús: ¡educación bíblica obligatoria en la escuela!

    Antes de que salte pensando que me he metido a la trifulca religiosa le pinto un cuadro. Estamos en la casa de campaña del partido, y los estrategas debaten sobre cómo jalar más seguidores. Ofrezcamos educación bíblica obligatoria, dice un ingenioso. ¡Qué buena idea! Con 47% de guatemaltecos católicos y 40% de evangélicos es jugada segura. ¿Quién querrá oponerse? Encima, al entrar por la Biblia, aprovechan el mínimo común denominador de los cristianos. El Jefe aprueba. OK, dice. En el 2015, antes de arrancar la campaña en serio, caliéntenle la cabeza al diputado, aquel que nos jalamos del Patriota. Así alebrestaremos a las iglesias y a la feligresía montonera. ¿Y qué le decimos al diputado? Ni se preocupen. No sabrá a qué hora le metimos el gol para convertirlo en anticonstitucionalista en nombre de la religión.

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  • Para leer al candidato: la mano en la licuadora

    En un auténtico desliz freudiano cita: «Dijeron: “Es un país que nos pertenece…”». Ajá. Les pertenece. ¿Y cuándo será este país propiedad de los pobres, o aunque sea de la clase media?

    El 23 de enero, Nómada publicó una entrevista con Edmond Mulet, guatemalteco destacado, subsecretario general de Naciones Unidas. Mulet contempla lanzarse como candidato a la presidencia.

    Con un efectivo juego de policía bueno-policía malo, los entrevistadores le sacaron respuestas que ilustran cómo funciona la política en Guatemala. O más bien por qué no funciona. Poniendo atención se aprende mucho, aún sin juzgar a Mulet. Haga un alto y lea la entrevista, pero regrese. A ver si coincidimos en estas lecciones. (más…)

  • Para bien juzgar: el que mata pierde

    Saque su brújula moral, dele una lustradita y póngase a calibrar.

    Nos pasamos la vida procurando determinar qué está bien y qué está mal. No es fácil. Ante los sucesos del día y las noticias que nos sorprenden, ¿cómo saber quiénes son los buenos y quiénes los malos?

    Lo que hace bien por un lado puede tener consecuencias negativas por otro. Lo que unos juzgan positivo otros lo ven con malos ojos. Quien una vez hace bien otra podrá obrar mal. Así, el oro de una mina da dinero para construir escuelas, pero contamina las aguas. Zury Ríos defiende la inocencia de su padre, pero a la vez promueve con vigor los derechos reproductivos de las mujeres. Y mientras los más conservadores la critican por promover los anticonceptivos, otras la aprecian precisamente por ello. Es difícil encontrar un norte que sirva para juzgar con claridad cada caso.

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  • Atrapados en el juego

    Y pensar que ella podría haberse dedicado al negocio familiar, en vez de meterse en estas.

    Sentado en el auto, la espera se hace eterna. El calor y la falta de aire dentro del vehículo van aumentando la tensión. «¿Qué pasó?», pregunta la gente. Lentamente viaja el rumor por la hilera: un bloqueo en la ruta, una manifestación.

    Juan golpea irritado el timón. Se levantó a las cuatro y media, precisamente para evitar el tránsito en la carretera y cubrir a tiempo su ruta de ventas; y todo para venir a parar acá, atorado. «Desocupados», masculla mientras enciende la radio. Una mujer fresa –siempre se reconocen por el acento nasal– ya está despotricando. «¿Para qué vamos a pagar más impuestos? Si aquí lo que necesitamos es una república. Una república.» ¿De qué diablos estará hablando? Él lo que quiere es que lo dejen en paz. Exasperado, siente que no tiene ningún control sobre su vida.

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  • En octubre no hace falta ser comunista

    Basta ser ciudadano para decir aquí, hoy: estoy harto de la rapiña. No quiero sus proclamas insolentes en la Plaza de la Constitución, ni sus magistrados abyectos, sus jueces rastreros.

    No hace falta ser comunista para levantar la voz ante tanto agravio. Cuán confundidos nos dejó la historia, que aún hay gente que piensa que pedir justicia para los ixiles pudiera ser un simple asunto de venganzas políticas.

    No hace falta ser guerrillero para indignarse ante el hambre y la miseria rurales. Cuando las columnas de gente del campo descienden sobre la Capital complaciente, pidiendo ser oídas, pidiendo tierra, sobre todo pidiendo oportunidades, lo fácil es dejarse llevar por la patraña absurda y egoísta que dice que lo primero es el «derecho a la libre locomoción». (más…)

  • Presión: ya no tenemos excusa

    Como sopapo en la cara, el Menos Mentiras + Desarrollo de un solo ciudadano bastó para dejarnos a todos sin excusa.

    Qué bien que el Tribunal Supremo Electoral haya suspendido al Partido Patriota por su insolente campaña anticipada. Pero es apenas el principio.

    No sorprende que solo tres de los magistrados votaran a favor de la medida, y con leer el razonamiento de los votos en contra alcanza para ver lo deleznable de los argumentos. Basta ver lo tentativo de la sanción –solo si se siguen portando mal– para entender la debilidad del Tribunal. Son policías pidiendo disculpas a los ladrones. Y sobra el cinismo del candidato que sigue, como si nada, en campaña.

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  • ¿Cuántos somos?

    Encerrados en nuestras oficinas, metidos en la sala de la casa, despotricamos en nuestras reuniones con los amigos; colgamos mensajes en las redes sociales, como si Paulo Coelho nos fuera a rescatar de estas.

    Los desmanes se suceden con velocidad vertiginosa. Es como si, ante la perspectiva de terminar los cuatro años, les hubiera entrado una ansiedad por completar una larga lista de atropellos pendientes.

    Cuán lejos han quedado las ilusiones del discurso inaugural, y nunca fue más apta esa palabra. Ilusiones son las esperanzas que nos hacemos, pero ilusiones son también los engaños que nos hacen tragar. En 2011 una mayoría de votantes, eternos ilusos, cayó por el primer significado. Hoy todos los ciudadanos zozobramos, siempre engañados.

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  • Cuando se quiere ganar todas las batallas

    Se apuran los pícaros a decir que no hay razón para extender el mandato de la Comisión, a pesar de ser más que obvias las debilidades que suple. Para quienes desde la derecha y el empresariado dicen querer justicia, será muy difícil eximirse de este enredo.

    La vieja derecha quiso ganar todas las batallas. Toda la tierra, todo el dinero, sí. Pero también todas las oportunidades, toda la ley, toda la justicia, solo para ella. Todo el liderazgo en sus manos, todo el reconocimiento solo a sus iniciativas, toda la verdad solo a sus políticas. Solo su idioma, solo su ideología, solo sus creencias, solo sus formas de organizar, solo sus formas de hacer dinero.

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  • Un paseo razonado por el jardín de las barbaridades

    Es por ello que los más ruines se empeñan tanto en ofuscar los procesos, pues les interesa menos la justicia que mantener la arbitrariedad.

    No sorprende que la hija de un ex-gobernante defienda con uñas y dientes la causa de su padre enjuiciado. Será un poco raro referirse a él en tercera persona, pero más raro sería no mover cielo y tierra para ayudarle en su momento oscuro.

    Tampoco extraña que un ex-funcionario justifique su régimen, cuando siente en la nuca el resuello de la justicia que alcanza a algún compañero de gestión. Nadie quiere pensar que la humedad y el mal olor de una cárcel pudieran ser apenas la mejor parte de su ancianidad. Más vale un rato colorado, diciendo sinvergüenzadas por la prensa, que cien meses negros en Pavón.

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  • Los constituyentes

    Ya ve, los nuevos constituyentes estamos. Cada uno corriendo con nuestra existencia particular, soñando, queriendo el bien y viviendo frustrado.

    El automóvil se ha detenido. Se ha roto el radiador y el motor se recalienta. –¿Y si le ponemos más gasolina?– sugiere uno de los pasajeros. –Al menos llegaríamos más rápido.

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