Sorprende la agilidad con que se desmantela ahora la plana directiva del Movimiento Cívico Nacional (MCN). Es tan distinta de las rencillas amargas que suelen acompañar los cismas en las entidades políticas.
Extrañan, por su falta de pasión, las respuestas de Rodrigo Arenas y de cinco ahora exlíderes del MCN que recoge Plaza Pública. Visto con mala intención, hacen pensar en una operación de limpieza: alguien ha decidido que no quiere perder tanta inversión en los jóvenes actores conservadores. Como la autotomía de la cola de algunas lagartijas y salamandras, que se sigue moviendo para dar tiempo a la huida, cuesta no ver el sacrificio de la institución como distractor que protege a los personajes.
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