El guatemalteco ha sido tradicionalmente un Estado para los pocos. Principalmente ha buscado garantizar la extracción sistemática de riqueza con un mínimo de sorpresas.
España encontró en estas tierras sociedades populosas y organizadas. Conquistarlas fue asunto de neutralizar con eficiencia a las élites locales —esto quizá explique su crueldad efectista— y redirigir el flujo extractivo hacia las arcas reales.
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