Llega un niño solo
Llega un niño solo a la frontera sur. ¿Por qué? Porque sus padres, desesperados o imprudentes, lo confiaron a su suerte en la travesía. ¿Por qué? Porque su comunidad es tan peligrosa que prefieren dejarlo a merced de coyotes, de la Policía mexicana y de milicianos republicanos en Texas que esperar que lo reclute el marero. ¿Por qué? Porque ese marero fue devuelto del Norte sin más opciones que los grilletes en que venía. Porque en esa comunidad nunca hubo policía. Y la única autoridad que vale es de un Ejército que solo ha aparecido para reclutar a la fuerza, cometer masacres y custodiar las transacciones de los narcos. Y porque en esa comunidad no hay empleo: ni para los padres del niño ni para el marero en quien se convertirá. Menos aún hay empleo en la escuela a la que apenas fue. ¿Por qué? Porque hay que pagar las facturas de un seguro de salud que consume la poca plata disponible. ¿Por qué? Porque la educación, igual que la salud, la agricultura, la vivienda y la infraestructura, no es política de desarrollo, sino apenas oportunidades de empleo para correligionarios y contratos para socios y amigos.
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