No cabe duda: Bukele 1, maras 0. Tras ensayar una tregua con los capos de las bandas en El Salvador, su gobierno golpeó la mesa y declaró el estado de excepción en marzo de 2022.
Once meses después, hasta el más escéptico admite que las fuerzas del Estado van ganando: las maras están desarticuladas, ya no controlan el territorio y están en franca retirada. La población respira tranquila y —el logro más claro— Bukele va camino de su reelección sin contratiempo.
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