Ante la necesidad de enfrentar el futuro, buenos y malos de entre los legisladores buscan un excepcional acuerdo: por decreto, ¡no cambiemos nada!
¡Qué asombrosa capacidad tenemos los chapines de escoger mal! Ante la urgencia de progresar, preferimos escoger el pasado malo, que arriesgarnos a encontrar mejores opciones.
Las reacciones conservadoras ante el desarrollo del juicio a Ríos Montt y Rodríguez Sánchez son ejemplo visible. Debiendo escoger entre purgar la mala conciencia nacional y hacer como que aquí no pasó nada, muchos meten la cabeza en la arena como el proverbial avestruz. Actúan así incluso amas de casa y profesionales urbanos de clase media, que no tienen vela en ese entierro, para quienes dilucidar la suerte de los generales retirados no acarrea costos ni beneficios directos. Asombroso, repito.