Tag: Guatemala

  • Escapar del matadero: no al matrimonio infantil

    Quitemos ya, sin más rodeos, las inexcusables y arcaicas disposiciones del Código Civil, que afirman que las niñas se puedan casar antes (a los 14 años) que los niños (a los 16 años).

    Imagine que está en segundo Básico. El Universo se abre ante usted, en su mente. Aprende que hay distantes galaxias, cuya luz apenas comienza a llegarnos hoy. Aprende también que el Universo se extiende hasta lo más pequeño. De la mano de una buena maestra, se emociona conociendo su cuerpo: la sangre, la digestión, sus neuronas, cosas maravillosas que suceden apenas bajo su piel. «¡Cuando grande seré doctora, astrónomo, biólogo, arqueóloga!»

    Ahora imagine que una pesada puerta se cierra de golpe. La luz que empezaba a invadir su mente se apaga bruscamente. Hace días una persona mayor visitó a su papá. Conversaron largamente y al final se apretaron las manos. Qué acordaron, usted no sabe. Pero por esa conversación, hoy usted se casará con dicha persona. No sólo se apagó la luz, comienza a faltarle el aire. Sus padres hacen fiesta, pero usted no puede sino pensar en lo que pasará esta noche. Se irá con el desconocido, se acostarán en la misma cama, y le hará cosas a usted que no puede, no quiere imaginar. Y nunca más volverá a jugar, nunca más volverá a soñar sus propios sueños, a tomar sus propias decisiones.

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  • Ya no más defensa para Arbenz

    Es allí que reside el gran pecado, el inaceptable insulto de Arbenz: en que mostró que se podía ser mejor, que se podía querer el bien y procurarlo para la mayoría, incluso desde el poder, en medio de la política tropical, vistiendo un uniforme militar.

    Qué curioso el esfuerzo que siguen poniendo algunos en desacreditar a Arbenz. Aunque hayan pasado 60 años desde su caída, sigue la misma rutina cansada.

    Llega octubre y así la remembranza de la Revolución del ‘44. Surgen entonces los cuestionamientos y tras ellos, siempre tarde, la defensa por la izquierda y los «progres» (que en estas tierras tratamos como iguales, pero que no lo son ni a leguas).

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  • ¿Cuántos somos?

    Encerrados en nuestras oficinas, metidos en la sala de la casa, despotricamos en nuestras reuniones con los amigos; colgamos mensajes en las redes sociales, como si Paulo Coelho nos fuera a rescatar de estas.

    Los desmanes se suceden con velocidad vertiginosa. Es como si, ante la perspectiva de terminar los cuatro años, les hubiera entrado una ansiedad por completar una larga lista de atropellos pendientes.

    Cuán lejos han quedado las ilusiones del discurso inaugural, y nunca fue más apta esa palabra. Ilusiones son las esperanzas que nos hacemos, pero ilusiones son también los engaños que nos hacen tragar. En 2011 una mayoría de votantes, eternos ilusos, cayó por el primer significado. Hoy todos los ciudadanos zozobramos, siempre engañados.

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  • Cuando se quiere ganar todas las batallas

    Se apuran los pícaros a decir que no hay razón para extender el mandato de la Comisión, a pesar de ser más que obvias las debilidades que suple. Para quienes desde la derecha y el empresariado dicen querer justicia, será muy difícil eximirse de este enredo.

    La vieja derecha quiso ganar todas las batallas. Toda la tierra, todo el dinero, sí. Pero también todas las oportunidades, toda la ley, toda la justicia, solo para ella. Todo el liderazgo en sus manos, todo el reconocimiento solo a sus iniciativas, toda la verdad solo a sus políticas. Solo su idioma, solo su ideología, solo sus creencias, solo sus formas de organizar, solo sus formas de hacer dinero.

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  • El ejército como Supermán

    ¿Cómo tragar tanto cinismo de una sola vez? Casi en un solo movimiento dejan sin recursos a la policía, y le agregan funciones inconstitucionales al ejército.

    A ver si entendí: la CICIG destapa la incapacidad del sistema de presidios para controlar los desmanes atribuidos a unos ex-militares, y la respuesta del gobierno es ¡poner al ejército a cuidar las cárceles!

    Apenas un par de días tras presentar la CICIG los resultados de su investigación sobre la red de Lima Oliva, el gobierno suscribe el Acuerdo Gubernativo 304-2014, nos dice La Hora, y ahora el ejército podrá «coordinar» con la policía nacional para controlar las prisiones. Con ironía, La Hora yuxtapone una segunda noticia en la misma página: el Ministerio de Gobernación racionará la gasolina de la PNC, pues no les alcanza para todos los autos.

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  • Participación privada en la educación

    Por malentendida solidaridad, los dueños de empresa, beneficiarios netos de un buen sistema educativo, callan ante las debilidades de la educación privada. Es una lealtad desafortunada.

    La educación es un derecho humano universal. Es un derecho, porque el Estado reconoce su goce a las personas, por su mera ciudadanía. Es un derecho humano, pues permite a las personas su más plena realización, simplemente por existir.

    Aún a riesgo de redundar, agrego que es un derecho humano universal, pues no admite exclusiones ni diferencias. Todos debemos tener oportunidad de una educación con calidad y alcances similares, sin depender de nuestra condición social, etnicidad, credo o capacidad de pago.

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  • La balada de Juan y Rosario

    Pedro es… un aprovechado que se frota ufano las manos diciendo que las cosas son del que las encuentre, aunque estén en casa de otro.

    Juan y Rosario tienen tres hijos. La plata es poca, pero tienen un carro viejo heredado del padre de Rosario. Como no les alcanza para la gasolina, lo dan en alquiler a un vecino taxista, y así completan el mes.

    Rosario ha visto al vecino hacer mandados personales en el carro y piensa que debiera pagar más. El trato fue solo como taxi. El vecino alega: ya pone la gasolina. Encima, Juan y Rosario no pueden verificar qué hace con el carro a toda hora. La cosa no termina allí. El chico mayor quiere usarlo. Podría él mismo ser taxista, argumenta, y aprovechar para ir a la universidad.

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  • El Estado Cayalá

    El nuevo contrato social ya no es el de Rousseau, sino el trato del consumidor con el tendero. «Sírvase pasar a pagar en caja».

    Si tengo un negocio y encuentro suficientes clientes, aunque el mercado vaya mal, puedo creer que lo mío es experiencia universal. ¿De qué se quejan tanto? Si tengo empleo, la tentación es fuerte por olvidar a quienes no están tan bien. ¿Por qué protestan, por qué me tapan la calle, si debo entrar puntual al trabajo?

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  • El crecimiento sin equidad, no crece

    Se nos han ido los años queriendo crecer con mirada de corto plazo, pidiendo prebendas para el que ya tiene, con la excusa de que producirá más. Aunque tres décadas de exenciones no hayan acelerado la economía, y la pobreza persista.

    Supongamos que juntos ganamos 100 quetzales al mes. Supongamos que para llegar a fin de mes se necesitan 15, que usted gana 20 y yo 80. Usted está contento: tiene para vivir y le sobran cinco.

    Yo estoy aún más contento. De mis 80, uso 15 y me quedan 65. Ahora supongamos que para vivir hacen falta 25. Yo sigo tranquilo: me quedan 55, que es bastante. Pero usted está en aprietos: le faltan cinco para llegar a fin de mes. Dicho en sencillo, es pobre. ¿Qué hacer?

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  • El que la hace, la paga

    Por esto es tan importante sacar nuestras manos de los juzgados y tribunales. Por esto importa la justicia pronta, eficiente y transparente y, más aún, para todos.

    Los últimos días han sido de claroscuros y lecciones. Al fin, ¡al fin! alguien puso en su lugar al tropel insolente de partidos políticos, en su desprecio a las leyes y las instituciones.

    Se animó el Tribunal Supremo Electoral a disciplinarlos con una suspensión temporal. La medida sorprendió, en el sentido más estricto de la palabra, a los politicastros. «¿Cómo así, que los acuerdos institucionales son efectivos? ¡No hombre!» Esto a pesar de afirmar, lea bien, apenas días antes, la voluntad de acatar la orden del Tribunal. Como quien dice, palabra de político. Y mientras el Presidente al menos guardó un discreto silencio, la Vicepresidenta –otra vez– tuvo que opinar. Bien lo dijo Lincoln: «mejor permanecer en silencio y ser tomado por necio, que hablar y despejar toda duda al respecto».

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