Tag: Estado

  • «Business as usual» en el Estado perverso

    «Business as usual» en el Estado perverso

    Tras un respiro agradecido volvemos a la reyerta. Como medio tiempo, la Semana Santa marca el inicio de la recta final. El domingo estaremos a siete semanas de las elecciones. Las noticias enfocan la atención. La captura de Mario Estrada en los Estados Unidos delinea los contornos enfermos del Estado guatemalteco y de su sistema político partidista.

    A pesar de ello, por el momento la gente perversa respira aliviada. No tiene todo lo que quisiera, pero qué importa: ha logrado lo necesario. Sigue descarrilada la candidatura de Thelma Aldana. Ha apuntalado a Sandra Torres lo suficiente para que la egomanía y el ansia de poder de la candidata la mantengan en piloto automático, dando codazos a sus contrincantes, enfocada en la poltrona presidencial a pesar del durísimo antivoto que la rechaza.

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  • ¿Soberanía para qué?

    ¿Soberanía para qué?

    Apreciamos mucho la libertad. Cualquiera que ha visto a un niño pequeño patalear sobre el regazo de su madre que no lo deja ir sabe que el ansia de libertad la traemos muy adentro.

    En los últimos años ha cobrado notoriedad el hallazgo científico de que la acción precede a la intención: nuestro inconsciente y el resto de nuestro cuerpo actúan primero. Solo después de iniciada la acción se entera nuestra mente consciente. Para el neurocientífico, esto cuestiona la existencia del libre albedrío. Pero para usted y para mí da igual: seguimos experimentando la vida como si fuera nuestra soberana voluntad la que marca el paso. Y valoramos enormemente que así sea.

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  • Nosotros

    Nosotros

    ¿Por qué se resiste al cambio la élite económica? Aunque el país tiene posibilidades excepcionales de transformación, es llamativo que sea la gente con dinero, poder y lazos globales la menos dispuesta a abrazar los cambios necesarios. Empezando por la cobardía para decir que tenemos un presidente insuficiente en veracidad y eficacia.

    Tiene sentido que un clasemediero tema cuando toca protestar en la calle o denunciar la corrupción. Si su jefe lo reconoce en una foto de la protesta o se entera de que lo ha denunciado, fácilmente arruinará su vida. Es tan precario su bienestar que un despido, un retraso en el salario, cualquier tropiezo administrativo detendrán los pagos de la escuela y las letras de la hipoteca.

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  • Para conservar el empleo

    Para conservar el empleo

    El Ministerio Público y la Cicig volvieron a dejar claro que la vieja Guatemala está podrida hasta el fondo.

    Casi no es noticia el número de gente en prisión o pendiente de captura por ser parte de la mafia que organizó Alejandro Sinibaldi. Pero aún es notable la variedad de funcionarios, empresarios, gerentes y gente de a pie involucrada.

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  • Le explico cómo es esta vaina

    Entienda: en esta historia atroz que llamamos Guatemala no todos somos Estado porque no todos somos ciudadanos plenos.

    Imagine poca gente. ¿Cómo ponerse de acuerdo? Digamos mamá, papá y un par de hijas. Como los adultos están antes, se acostumbran a decidir entre ellos. Para cuando llegan las hijas, basta ver qué hacen mamá y papá.

    Ahora suponga un grupo mayor, 150 personas. La cosa se complica, pero es factible. Los primeros se organizan. Deciden por consenso o por el sagrado principio de que «el que tiene más saliva traga más pinol»: algunos mandan por su capacidad de convencer o porque nadie les gana a las trompadas. Como todos se conocen, no es difícil estar al tanto de la organización de la comunidad, pues nadie olvida quién resolvió el último problema o quién pega más duro.

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  • Jóvenes indígenas y Estado en Guatemala

    Ante la agresión centenaria se escoge el encierro propio. Pero es una estrategia perdedora.

    Llenamos entre todos las páginas de opinión con enfrentamientos acerca del papel del Estado. Los libertarios lo quieren ínfimo. Los conservadores, dando garantías mínimas comerciales y morales. Los progresistas quisieran su inversión más activa en la sociedad. Y los socialistas, que controle con mano firme la economía.

    Pero el qué y el cómo del Estado son apenas la mitad de la historia. Lo que muchos omiten —al menos en estas tierras— es el quién del Estado. ¿Para quién es? ¿De quién es Guatemala?

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  • ¿Acordar lo que queremos o reconocer lo que somos?

    Ante el dilema entre la incertidumbre que provoca el afán de desarrollo y la seguridad que implica mantener la pobreza conocida, se apuesta por seguir igual.

    La semana pasada, María del Carmen Aceña subrayó en Contrapoder la necesidad de «llegar a un consenso y hacer un nuevo acuerdo fiscal» que concrete la voluntad de desarrollo. Sobre todo, que haga realidad los acuerdos de paz incumplidos en 20 años.

    Su columna es un resumen de puntos urgentes. Cosas como focalizar y priorizar el gasto público en los pobres, evaluar los gastos realizados —incluyendo pactos colectivos, jubilaciones y programas inefectivos—, incrementar la inversión per cápita en educación y salud, aumentar la carga tributaria, supervisar los proyectos, mejorar la contraloría pública y atender la deuda pública, especialmente la deuda municipal.

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  • Jurisdicción

    Este es su dilema: o cambia la jurisdicción para acomodar al otro o le da su propia jurisdicción.

    Afirma Felipe Bosch que la jurisdicción indígena nos divide. Olvide por un momento lo que pueda pensar una persona indígena al respecto. Lo dicho es ante todo un absurdo lógico.

    Para que la jurisdicción indígena pudiera dividirnos, primero tendríamos que estar unidos. Tendríamos que poder atribuir tal unidad a una única jurisdicción preexistente. Ni lo primero es cierto ni lo segundo lo garantiza.

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  • Regresión infinita

    Nada será solución si no tiene detrás un Estado competente, un Estado que quiera bien, pero que además pueda.

    En más de una ocasión me he divertido viendo entre dos espejos mi reflejo reflejarse en una regresión infinita. Apostaría a que usted también.

    Al entrar en algún ascensor con espejos habremos jugado con la imagen que se repite una y otra vez. Como una hilera de coristas, a izquierda y derecha se extienden las réplicas cada vez más pequeñas, haciendo al unísono nuestra voluntad. Es como abrir una puerta al infinito.

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  • Juventud, sexo, datos y compasión

    Usted tiene derecho a su propia opinión, pero no a sus propios datos. Y usted no tiene derecho a arruinar la vida del prójimo.

    La resistencia a la educación integral en sexualidad puede plantearse como asunto de datos o de opiniones, pero lo que no se excusa es la hipocresía.

    Primero, los datos, que no dejan duda.

    1. Le guste o no a usted, mucha gente tiene sexo temprano, y —especialmente para las mujeres— es mal sexo. La Primera Encuesta Nacional de Juventud (ENJU) 2011 encontró que, por cada hombre que reportó una primera relación sexual contra su voluntad, había ocho mujeres a las que les hicieron lo mismo. Uno de cada cinco jóvenes (hombres y mujeres) que tuvieron sexo la primera vez contra su voluntad tenía menos de 18 años cuando lo reportó. Lo reportan más los pobres, los del campo y los que solo fueron a la primaria. Más de la mitad de los jóvenes reportaron sexo sin protección la primera vez. Una mayoría de embarazos reportados ocurrió antes de cumplir 18 años.

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