Recientemente un periodista de opinión se quejaba de que la pobreza en Guatemala persiste y se agrava nomás porque las agencias que la miden continuamente cambian lo que cuenta como pobreza.
Examinemos la evidencia, que siempre es importante evitar el razonamiento desordenado. No sea que se nos tache de insolentes. Empecemos con lo obvio: el periodista tiene razón. La definición de pobreza ha cambiado en el tiempo. Antes bastaba definirla como categoría o en función de un umbral de ingresos. Hoy, por el contrario, los expertos se debaten entre conceptos basados en ingreso, consumo y percepción de bienestar, y en el caso de la pobreza multidimensional no solo buscan quién es pobre, sino también de qué forma es pobre.
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