Tag: empresariado

  • Guatemaltecos genocidas, polarización y opinión internacional

    Es evidente que la urgencia del caso les obligó a mostrar su mano más que de costumbre.
    El fallo de la Corte de Constitucionalidad da un alto en el camino. El poder respira tranquilo por ahora. Mientras la acusación y la defensa reordenan sus estrategias, aprovechemos para pensar sobre lo visto.

    Escribo para usted, clasemediero conservador, escandalizado por la muerte y la violencia, pero que no comparte el alboroto contra los militares. Mi invitación es sencilla: use la evidencia, piense por sí mismo. Sin especular sobre la injerencia de los poderosos sobre la Corte de Constitucionalidad, que no podemos ver, examinemos lo que sí es evidente.

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  • Mañosos, y encima llorones

    Tenemos entre manos una patronal tan ineficiente que no puede sobrevivir sin depauperar al Estado, o tan voraz que ni siquiera en medio de la bonanza puede dar algo al bien común.
    Vuelven los de siempre a lo de siempre. En 2012, gozando aún del privilegio de la novedad, el gobierno logró pasar una modesta pero necesaria reforma fiscal.

    Aunque en la práctica, el paquete de innovaciones terminará pesando sobre la clase media alta y profesional y dejando sin muchos cambios a los de mayores ingresos, sorprendió en el momento que el sector empresarial -entiéndase de forma específica el CACIF- le diera su apoyo.

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  • ¿Quo vadis, clase alta? Los valores de nuestros padres

    Para ser parte de la solución, primero tendremos que reconocernos parte del problema.

    Refresca ver el documento del CACIF, “Perspectivas del sector empresarial 2: Prevención de la violencia: jóvenes, valores y participación ciudadana”. Refresca ver a los empresarios abordando temas de economía y sociedad, más que dando el clásico “no a todo”. Refresca ver que se desempaquen sus argumentos, para entenderlos mejor.

    El documento presenta tres ponencias: “Jóvenes y educación: rutas actuales a nuevas fronteras” de Salvador Paiz, “Saber vivir los valores de siempre” de Raúl Alas, y “Voltear a ver para otro lado” de Roberto Ardón Quiñónez. Comento primero a Paiz, por más sólido, y juntos a Alas y Ardón, por representar una perspectiva común.

  • Entrarle al dichoso modelo

    No basta con reparar la bicicleta vieja que tenemos cada uno, sino que hace falta subir a todos al mismo bus.

    Alberto Mayol, profesor e investigador social en Chile, saltó en 2011 a un estrellato inusual en el mundo académico de su país. Dos cosas favorecieron ese paso.

    La primera fue que, en el contexto de las manifestaciones estudiantiles que alborotaron el afamado éxito democratizador y económico, Mayol ofrecía una explicación creíble de qué estaba pasando, remitiendo a lo más profundo de la estructura política: “La élite entendió sistemáticamente reducir la desigualdad como un asunto de sacar pobres de la línea de pobreza. Nunca entendieron que son problemas distintos. En la pobreza falta comida. En la desigualdad lo que falta es sociedad.”[1]

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  • Espejito, espejito…

    Guatemala se ha visto anegada en los últimos meses en olas de acusación contra los “resentidos” que se atreven a criticar. Toca tal vez tomar un poco de distancia.

    El sábado por la mañana perdía tiempo navegando en la Internet cuando me llamó la atención un titular: “Cacif rechaza crítica de BM”. Me hizo reflexionar que, al menos en mi mente, “Cacif” y “rechazo” son palabras que frecuentemente van juntas.

    No queriendo dejarlo simplemente a las impresiones, decidí ser un poco más sistemático, y me puse a buscar una variedad de combinaciones de palabras en Google. Aquí le cuento lo que encontré.

    Al buscar CACIF critica recibí 139,000 resultados en el buscador. CACIF rechaza me dio 48,300 resultados. Por el contrario, CACIF apoya me dio 30,700 y CACIF construye otros 10,500 resultados. – Criticones los muchachos–, me dije.

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  • Borrando con el codo…

    Lo que la industria necesita no es dinero gratis, sino empleados competentes y capital de trabajo.
    ¿En qué cabeza cabe que darle más dinero al que ya tiene, habría de resultar en bienestar para los demás?

    Salvo contadas excepciones, los de arriba han demostrado que nunca, bajo ninguna circunstancia y para nada, habrán de poner voluntariamente su parte en el bien nacional.

    Casi no podía creerlo. El Miércoles Santo, como mosca en medio del almíbar de mi torreja, la noticia en elPeriódico: “Nuevos incentivos para atraer inversión”. La formula secreta que devela el presidente Pérez Molina es el mismo remedio de merolico de siempre: exenciones fiscales a las empresas. Poco más de un mes duró el alegrón de burro de la “reforma fiscal”, que correctamente nos recetó a la clase media alta y profesional pagar más, y a la clase alta un poquito más. Ahora se apura el gobierno a borrar con el codo lo que escribió con la mano, y devolver a los de arriba el “préstamo” que le hicieron a cambio de no resistir esa reforma.

    Son maliciosos los argumentos de los representantes empresariales, pero razonables: ellos están en el negocio de ganar dinero, así sea arrebatándolo del Estado y del resto de la sociedad, so excusa de la creación de oportunidades. Sin embargo, el caso del gobernante es más embarazoso. Aunque pueda sorprenderle al señor Presidente, su obligación está con la ciudadanía, no con sus financistas de campaña. Si realmente quiere crear empleo e incrementar la productividad, hay acciones de probada eficacia, y que son permanentes. Eficaz impulso a la producción es dar una educación secundaria y universitaria de calidad a todos los jóvenes, no solo a algunos. Otro tanto ocurre con invertir en cursos y carreras con un claro vínculo al mundo del trabajo, que lleven de la secundaria a la universidad y luego al empleo, no a los callejones sin salida de un “bachillerato en aviación” o de la güisachería sin título.

    Si el Presidente realmente quiere invertir en el empleo y en aumentar la productividad, en vez de tirar millones de quetzales al retrete en exenciones fiscales, bien haría en cobrar los impuestos e invertir esa misma cantidad en programas de pasantía para jóvenes que comienzan la vida laboral, o en becas y préstamos educativos para que completen carreras técnicas universitarias los que hoy abandonan luego de la secundaria. Podría invertir en créditos para el emprendedurismo o la pequeña empresa, o en la búsqueda de mercados para los productos nacionales. Lo que la industria necesita no es dinero gratis, sino empleados competentes y capital de trabajo. El dinero gratis lo quieren los industriales, pero eso es otra cosa, y su nombre no es bonito.

    Me pregunto dónde estarán en este entuerto los mejores representantes de la clase media profesional en este gobierno, como Fernando Carrera, Miguel Gutiérrez, el propio ministro Centeno, que bien saben de políticas económicas y desarrollo. Me pregunto si la clase media –los asalariados y profesionales que ahora van a pagar más y no recibirán exenciones fiscales dizque para aumentar el Producto Interno Bruto– seguirá siendo la clase pusilánime que ve la cosa como que no es con ella, a pesar de que tendrá que pagar la cuenta de semejante extravío.

    Así que, ahora que volvemos renovados de la Semana Santa, lo invito a decir con energía: yo pongo mi parte, tú pon la tuya. No a las exenciones fiscales.

    Original en Plaza Pública

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