Tag: ejército

  • Lista de pendientes

    Finalmente estamos usted y yo, ciudadanos, cuando hacemos trampa. No porque vengan tras nosotros doña Thelma y don Iván con sus escuchas telefónicas y sus investigadores acuciosos. Somos poca monta. Pero somos muchos y nuestras corruptelas cuentan.

    Poco a poco Iván Velásquez y Thelma Aldana evacúan la agenda. Las tareas en esa agenda son todas iguales: encontrar con cuidado la punta del hilo y comenzar a deshacer el ovillo del crimen, de la corrupción enquistada en el Estado.

    Su tarea —sobre todo para el comisionado Velásquez y sus colaboradores en la Cicig— no será terminar de desenmarañar cada hilo, cada caso de los muchos que nos ahogan. Eso nos toca a nosotros, los ciudadanos. En la plaza y en la opinión pública, con la denuncia y en los tribunales, en las urnas y desde los partidos políticos.

    Tiene sentido, como hasta ahora, buscar los hilos en las madejas más obvias. Deshilachar los nudos que están a mano: el gobierno corruptísimo de Pérez Molina y Baldetti, un Congreso cínico y procaz, un gabinete ladrón.

    Se hace obvio, sin embargo, que de allí parten zarcillos hacia otras marañas. Como bobinas, dos comienzan a girar mientras los investigadores tiran del hilo. Primero el empresariado, que convirtió los contratos del Estado en la excusa perfecta para ganar plata sin competir y que pervirtió las leyes y las instituciones para proteger esa incompetencia. Comienza también, ¡al fin!, a ceder la madeja del monopolio de los medios de comunicación. Allí está la punta del hilo de las lesivas y opacas concesiones de la TV y la radio, esos tratos vendepatrias que entregaron por décadas la voz, la información y la conciencia de la sociedad entera a unos pocos malintencionados a cambio de que allanaran el camino al palacio para el pícaro de turno. El tema es importantísimo no solo por recuperar el equilibrio en las elecciones. La democracia necesita una prensa que nos refleje en nuestra diversidad, en nuestras diferencias. Además de recuperar concesiones, hay también que desenmarañar una Ley de Telecomunicaciones que margina la radio comunitaria y reconocer la lesividad leguleya que dejó al Estado sin ancho de banda para atender el interés público. Toca espantar a la canalla que quiere quedarse con más radiofrecuencias en la más grande opacidad.

    Pero es apenas el principio. Porque luego están los temas en que se ha encontrado el hilo, pero aún no se devana. Como el Ejército —sí, todo él—, donde la abundancia, el poder y la opacidad tienen décadas dándose cita en latrocinio impune. ¿Cuánto tendremos que esperar para ver un oficial digno, que se niegue a seguir ese juego vil y lo denuncie?

    Como la corrupción municipal. Tantas localidades —grandes, medianas y pequeñas, las hay en todas las escalas— sofocadas por un cacique ladrón —criollo, ladino, indígena, los hay para todos los gustos— que con nombre de alcalde abusa sin control ni medida y a cambio da solo bagatelas y kermeses. Alcaldes que evaden su responsabilidad para con el agua limpia, la salud, la educación y drenajes que funcionen.

    Finalmente están los pendientes, para los cuales el tiempo, la información o la oportunidad no han dado lugar —aún— de encontrar ni la punta del hilo. No porque el ovillo no exista. Simplemente porque no puede hacerse todo a la vez. Pienso en la Universidad de San Carlos, llamada a mejores cosas, que concentra el 5 % de todos los dineros públicos, pero a cambio rinde pocas cosas buenas y muchas malas. Pienso en sus líderes, que comercian apoyos políticos en una burbuja autocomplaciente y opaca mientras apañan la trampa política y falsean el mandato de llegar a los más necesitados.

    Pienso también en el sindicalismo mercante, que instrumentaliza al trabajador, cuyas justas y urgentes necesidades tornaron en moneda para transar con políticos y autoridades. Un sindicalismo de consigna vacía, chantaje y tráfico de puestos.

    Finalmente estamos usted y yo, ciudadanos, cuando hacemos trampa. No porque vengan tras nosotros doña Thelma y don Iván con sus escuchas telefónicas y sus investigadores acuciosos. Somos poca monta. Pero somos muchos y nuestras corruptelas cuentan. Los miles de abusos laborales, como el dueño del restaurante que se queda con las propinas del personal. Los millones de evasiones, como la factura no exigida y la factura negada. Allí, cotidianamente, anudamos la maraña de una sociedad corrupta. Damos verdad al lema que dice que #EsElSistema.

    Así que tengan Iván Velásquez y Thelma Aldana larga vida, brazo fuerte y ojo claro, que sus esfuerzos sirven mucho y en tantas cosas. Y que detrás vengamos los ciudadanos honrando su empeño con el nuestro.

    Original en Plaza Pública

  • Entrevista: Purgatuitorio Sesión 83

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    Entrevista por Javier Martínez y Kiki Kornholio, Purgatuitorio.

  • Cáncer

    Como en una pesadilla zombi, pide el cuerpo llagoso respeto para su indigno titiritero.

    He visto el cáncer de cerca. Más que una enfermedad, como el catarro común que escandaliza con toses y estornudos, es una presencia oscura que repta por los traspatios del cuerpo.

    El cáncer es el pariente perverso que vive en la habitación del fondo. Carne de tu carne, sangre de tu sangre, apenas sale y nadie quiere nombrarlo. Pero todos saben que está allí, más que si se sentara en la poltrona de la sala o a la cabecera de la mesa.

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  • ¿Dónde están los soldados del pueblo?

    Si un Ejército no defiende a quienes lo apoderaron, sino que se constituye en guardián de los pocos, si la mayoría de sus miembros han abdicado del honor y aquellos que aún lo tienen carecen de la valentía para denunciar el mal, ¿de qué Ejército hablamos?

    La izquierda se apropió de la imagen y la memoria de Árbenz. Y con razón. Al traicionarlo en 1954, el Ejército se lo regaló a sus enemigos políticos. En pocos días, el 30 de junio, se marca el aniversario de un evento ya antiguo, la revolución liberal de 1871. Sin embargo, el mal llamado Día del Ejército es buen momento para reflexionar sobre nuestra historia más reciente. Es oportunidad de hacer una pregunta incómoda. Vista la debacle de un Gobierno liderado por un general y sus adláteres militares, ¿podremos aún encontrar herederos de Árbenz en el Ejército?

    Parto de una certeza: debe desaparecer el Ejército que nos quedó tras la caída del segundo gobierno de la Revolución de octubre. Esa fábrica de gente cínica, violenta e indigna ha demostrado una y otra vez que no quiere ser parte de una Guatemala moderna, que no quiere contribuir a una Guatemala mejor. Esa institución ponzoñosa, que atropella a la población y se revuelca en la corrupción, no nos sirve. Sin duda se ha vencido ya el plazo de un Ejército que huye de su responsabilidad.

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  • A partir de un veinticinco de abril

    Los 32,000 del sábado tienen una primera tarea, todos la tenemos: ¡ser más!

    Sonó fuerte el primer aldabonazo llamando a una nueva democracia. Se perdieron el miedo y la apatía. Participaron casi 32,000. Otros muchos los seguimos de cerca y de lejos. Fue una fiesta que combinó indignación, humor y determinación. Hartos de abuso, debemos barrer la casa, pero al menos una tarde celebramos.

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  • La SAT, la Cicig y el ciudadano silvestre

    Si usted es como yo, ciudadano silvestre, ignoraba por anticipado el golpe que el Ministerio Público (MP) y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) darían a la corrupción en la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT).

    No se sienta mal. Los periodistas gustan de las primicias y a veces obtienen información adelantada. Pero alcanzaron 24 horas para que hasta el ciudadano más desentendido conociera los detalles del asunto.

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  • Lecciones que dejan las viejas tecnologías

    A la mecanografía en algún momento le dieron el golpe en la nuca y salió sobrando del currículo. ¿Qué nos hace pensar que no es hora de hacer lo mismo con el ejército?

    Si usted tiene mi edad, seguro que la mecanografía figuró notablemente en su educación. Empezó por sentarse frente a esas teclas duras: «asdf ñlkj asdf ñlkj». También habrá visto de cerca la desaparición de la máquina de escribir, sustituida por el computador. Y con apenas unos años menos que yo, jamás habrá usado uno de esos aparatos. Desde su infancia presiona teclas leves y mágicamente aparecen letras en una pantalla luminosa.

    Sin embargo, cuando se elaboró en 2009 el currículo de primero básico, todavía destacaba la mecanografía. En detalle arcaico hablaba de topes marginales y de papel pasante. Apenas un año más tarde, cuando se publicó el currículo de segundo, todo aquello había desaparecido.

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  • No más militares en el gobierno

    El ejército que tenemos es una institución impenitente: nunca pudo admitir su papel en los vergonzosos crímenes de la guerra. No supo, no quiso reconciliarse con la sociedad.

    Ya vendrán tiempos para hacer balance de esta administración, con sus muchas falencias y algunos éxitos. Pero una lección es ya obvia: debemos excluir a los militares del gobierno.

    Para algunos no es novedad. Personalmente, hace ratos pienso que no necesitamos gobiernos con militares, por la simple razón que no debiéramos tener ejército. Costa Rica lleva décadas ilustrando las ventajas. Políticamente es un desafío, financieramente es un gasto injustificable, y operativamente es insuficiente para garantizar la soberanía nacional o ejercer la defensa de las fronteras de un Estado con la debilidad del nuestro. La magnitud de los retos globales –incluyendo el narcotráfico– garantizan que «[s]i mañana tu suelo sagrado / lo amenaza invasión extranjera», no será el ejército el que nos saque del aprieto, aunque quiera.

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  • El ejército como Supermán

    ¿Cómo tragar tanto cinismo de una sola vez? Casi en un solo movimiento dejan sin recursos a la policía, y le agregan funciones inconstitucionales al ejército.

    A ver si entendí: la CICIG destapa la incapacidad del sistema de presidios para controlar los desmanes atribuidos a unos ex-militares, y la respuesta del gobierno es ¡poner al ejército a cuidar las cárceles!

    Apenas un par de días tras presentar la CICIG los resultados de su investigación sobre la red de Lima Oliva, el gobierno suscribe el Acuerdo Gubernativo 304-2014, nos dice La Hora, y ahora el ejército podrá «coordinar» con la policía nacional para controlar las prisiones. Con ironía, La Hora yuxtapone una segunda noticia en la misma página: el Ministerio de Gobernación racionará la gasolina de la PNC, pues no les alcanza para todos los autos.

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  • ¡Lotería!

    Increíble. Ya no tenemos costumbre del éxito, pero aquí estamos. El juicio completo, los argumentos hechos. La jueza lee el veredicto.

    Comienza a cantarse. Algunos con más cartones, otros sólo uno. La respiración contenida, ¿quién ganará? Corre, corre y va corriendo.

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