En 1919 Oliver Wendell Holmes, legendario magistrado de la Corte Suprema de los Estados Unidos acuñó una frase que cobraría vida propia.
Al documentar el criterio de la corte en un caso de libertad de expresión (Schenck versus Estados Unidos), anotó que una expresión peligrosa y falaz no está protegida bajo la primera enmienda de la Constitución de dicho país, pues sería como «falsamente gritar fuego en un teatro y causar un pánico».
La decisión judicial luego sería calificada para referirse únicamente a casos donde la expresión peligrosa y falaz busca deliberadamente causar actos al margen de la ley. El propio Holmes llegó a dudar de sus razones originales. Pero la frase pasó a ser argumento cajonero de quienes intentan restringir la libertad de expresión en los Estados Unidos, al punto de haber razones para dejar de usarla.
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