Al envejecer y perder combustible nuclear, las estrellas paulatinamente se comprimen y condensan toda su masa en un espacio cada vez más pequeño. Nuestro Sol eventualmente terminará como enana blanca, un tipo de estrellas decadentes cuya masa se concentra tanto que una cucharadita de material pesaría miles de libras. Su fin puede ser aparatoso. Al absorber a una estrella vecina, la enana blanca se torna inestable y estalla como supernova. Este evento de luminosidad espectacular opaca galaxias completas durante su breve existencia.
Lo extraordinario es que el violento fin de una supernova es fundamental para el universo que habitamos. Las estrellas son sobre todo hidrógeno y helio, los elementos más ligeros de la naturaleza. Pero las supernovas producen elementos pesados —carbono y hierro, por ejemplo— de los que están hechos los planetas y, por ello, nosotros mismos. No existiría nuestro mundo maravilloso sin la destrucción que sufren las supernovas.
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