Hace unas semanas comenté sobre el parasitismo entre humanos. Sugerí que podemos caracterizar así algunas relaciones humanas.
En particular, es un modelo útil al considerar las relaciones entre élites y sociedad, pues coinciden de múltiples formas con las estrategias de depredación mesurada y sostenida de otras especies parasitarias.
A lo alto y ancho del árbol de la vida reconocemos una «carrera armamentista», donde presas y depredadores compiten para superarse mutuamente. A una leona poderosa, una cebra que patea más duro. A un chita veloz, una gacela más ágil. Y luego leones aún más poderosos y chitas más veloces. Quizá sea igual en el parasitismo entre humanos: a una élite más voraz, una sociedad más rebelde.
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