Hace poco más de 100 años Marcel Duchamp compró un mingitorio, lo puso boca arriba sobre un pedestal y firmó «R. Mutt, 1917». Cambió el sentido del arte para siempre.
La historia, claro, no es tan sencilla. En 1917 Duchamp envió «La Fuente», el nombre que dio a su obra, como entrada a la exhibición inaugural de la Sociedad de Artistas Independientes en Nueva York. ¿Era arte? La directiva de la Sociedad, conflictuada, optó por ocultar la pieza durante el evento. Solo cobró notoriedad tras la divulgación de una foto que le tomó Alfred Stiglitz, por cuestionar a fondo si el arte es algo que se hace o más bien algo que se piensa.
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