El que no publique ya nos avisó que no quiere, o no puede, ser transparente. Con eso basta para saber que no merece nuestro voto.
¡Renunció Baldetti! Usted y yo, ciudadanos comprometidos, nos alegramos, pues el hecho evidencia la eficacia de la movilización ciudadana.
Conviene, sin embargo, pensar un poco más acerca de lo que implica. Sí, a grandes rasgos echamos a la vicepresidenta. Pero ¿cómo funciona esto? No es que una turba la haya sacado a la fuerza de Casa Presidencial o le haya puesto un arma en la cabeza hasta que firmara la carta de renuncia. ¿Cómo se pasó del #RenunciaYa a la renuncia efectiva?
Puesto brevemente, reconozcamos que abandonar el puesto siempre fue opción para Baldetti, como lo es para cualquier funcionario, desde el día en que tomó posesión. Si todo sale bien, nunca se ejerce dicha opción. Pero ante el peor es nada se escoge renunciar.
Así, Baldetti ha salido porque le conviene al poder. Aquí no hay contrición, menos aún representantes de la voluntad ciudadana. Llámese OPM, Cacif, La Embajada o patriotas, quienes mueven el dinero hicieron cábalas y estimaron que con aquello todos salían (¿salíamos?) ganando. O perdiendo menos.
Algunos son más cándidos que otros en admitirlo: «[L]a renuncia oxigena el sistema democrático», afirma el presidente del Cacif. Viendo el engendro de Estado que nos armaron en las últimas tres décadas, me tienta a preguntar si no sería mejor sofocarlo. Por perverso, más que por democrático, aclaro. Otros más taimados simplemente insinúan: «No hagan olas. Los cambios muestran que el sistema progresa». Quizá.
Entonces, la protesta funciona porque condiciona las decisiones de los poderosos. Pero no así cualquier protesta. Algunos en el campo llevan años protestando por más oportunidades, que los dejen en paz y en sus tierras, y lo único que consiguen es persecución, condena, incluso muerte. Al contrario, nuestra protesta clasemediera y urbana resultó muy eficaz porque el poder la toma muy en serio.
Considere la ironía. Hay quienes manifiestan por cuestiones de supervivencia —tierra, trabajo, alimento (¿habrá cosas más importantes?)—, ¡y el poder los ignora! Mientras tanto, nosotros conseguimos lo que queremos. Esto, a pesar de que, así condenen a todos los de La Línea —Baldetti incluida— o, por el contrario, los deje salir una jueza vendepatria, usted y yo, clasemedieros urbanos, igual seguiremos con nuestro estilo de vida intacto, mitad a pie y mitad a caballo.
Es serio esto de las piñatas y los cacerolazos porque acarrea gran responsabilidad. Podemos marcar una diferencia notable, pero son débiles nuestros motivos para actuar y, sobre todo, para persistir en la acción. Así que entendamos: #EstoApenasEmpieza es primero una llamada de atención a la ciudadanía, a nuestro cómodo clasemedierismo, antes aun que a la clase política.
¿Estaremos a la altura de la historia? Optimista, parto de que lo estamos, ¡por supuesto! Pero ¿qué hacer? Le dejo tres demandas concretas para que las apoye.
Primero, si ha de haber elecciones que valgan, los candidatos deben publicar su estado patrimonial. Sin excusas. Segundo, cada partido y candidato debe publicar completa y desglosada la lista de sus financistas, con montos aportados, y actualizarla mes a mes. Sin excusas.
Estos requerimientos no necesitan cambios jurídicos. Son voluntarios y podrían realizarse hoy mismo. Manuel Baldizón: ¿cuánto es su patrimonio? Sandra Torres: ¿quién la financia? Roberto Alejos: ¿cuánto es el presupuesto de su campaña? Zury Ríos: ¿de dónde sale el dinero para pagar los anuncios? Y así con cada una y con cada uno. Presidenciables, diputados, alcaldes.
Más aún, estas exigencias son prueba fehaciente de intención: el que no publique ya nos avisó que no quiere, o no puede, ser transparente. Con eso basta para saber que no merece nuestro voto. Y aquí entra en acción nuestro poder clasemediero: hacer del retiro del voto una amenaza creíble: Si no publicas, yo no voto por ti.
El tercer punto es más formal: que este Congreso apruebe en un período perentorio las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos. No una mamarrachada autocomplaciente, sino para proscribir el financiamiento privado, acabar con el secreto en las finanzas de campaña y penalizar el transfuguismo, cuando menos.
¿Que no se puede porque son una sarta de pícaros? No lo acepto. Tenemos una Corte Suprema de Justicia cuestionable, un presidente débil y un Congreso venal, y sin embargo dieron paso a la salida de Baldetti. Mostraron que gente mala puede hacer cosas buenas si se la asusta lo suficiente, si no se le deja opción. Aquí volvemos a entrar usted y yo en escena. Es nuestra presión persistente la que debe dejar a los políticos sin más opción que hacer el bien.
Recuerde su compromiso: sábado 16 de mayo, a las 3 p. m., en el Parque Central.