Category: Plaza Pública

  • Paaadrenuestro questás en los cielos

    Esta insistencia en los símbolos en la proclama del rito patriótico representa un nuevo y tóxico padrenuestro de evasión.

    De joven fui bastante religioso. Me gustaba el rito católico, que en latín, dorado e incienso empaca con elegancia un par de milenios.

    Criado en el hogar de un católico sin misa y de una agnóstica, me resulta obvio ahora que la rebeldía adolescente saliera por el conservadurismo espiritual. A las preguntas existenciales que nos planteamos de chicos agregue la culpa, que tan eficazmente aprovecha la Iglesia en camino a captar adeptos.

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  • Quitar el callo moral

    Esos que salen a la calle a sonar tambores, los que se juntan en la plaza y los que insistimos en señalar debilidades no somos vagos ni leninistas, resentidos o terroristas. Apenas rascamos la costra.

    El televisor en la sala de espera pasa la noticia sobre el destape de los salarios descomunales del personal administrativo en el Congreso. Una mujer conversa con la recepcionista del lugar. Con desparpajo cuenta que está entre quienes reciben esos salarios exagerados.

    No solo es una empleada fantasma, agrega, sino que el dinero no es para ella. De lo cobrado, la mayoría va a parar, mes a mes, al bolsillo del diputado que la colocó. Está indignada, dice. No por ser parte de una maniobra ilegal, sino por el injusto trato del diputado.

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  • ¿Le debemos algo los ciudadanos al presidente Jimmy Morales?

    Si los ciudadanos hemos de levantar la mano para jurar y deber algo, no será al presidente Morales, sino que a nuestra propia responsabilidad de vigilancia.

    Ante el título, primero la respuesta corta: no. Y así bastaría, salvo que defrauda a los lectores y decepciona a los editores. Así que a trabajar un poco más para explicarme.

    Algunos comentaristas insinúan que la ciudadanía le debe cierta libertad de acción a Morales. Primero, por razones políticas y prácticas habrá quien pida compás de espera, aunque ya nadie hable de 100 días para el nuevo gobierno. El mismo Morales implica este argumento en su discurso inaugural, centrado en esperanzas más que en propuestas, así no lo haga explícito. Eso es pedir la confianza de que, aunque no sepa cómo resolver los grandes retos del Estado, encontrará o al menos buscará una solución.

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  • Una carrera justa

    ¿Por qué hablar de dignidad cuando lo urgente son nuevos gobiernos y protestas en el parque?

    Vista desde el resultado, una carrera no es justa, afirma Ronald Dworkin. Al final, solo uno de todos los corredores podrá obtener el oro.

    Más aún, toda carrera está amañada: desde su diseño existe para premiar a un solo ganador. ¿Habrá que pedir que en las carreras haya medallas para todos? Por supuesto que no, responde Dworkin. Este ejercicio nos enseña que la justicia y la igualdad tienen poco que ver con el punto de llegada, con la meta. La justicia tiene todo que ver con el punto de partida, con las condiciones del trayecto.

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  • Año maravilloso

    Ser guatemalteco es fácil: basta nacer aquí, estar puesto en un pedazo de tierra. Este año descubrimos también que la ciudadanía no es un documento, sino una convicción, una osadía, una práctica diaria.

    Este no fue un año como los demás. Este año echamos un presidente a la calle.

    Este año salimos, clasemedieros timoratos y conservadores, a protestar a la plaza. Por igual, amas de casa y campesinos de piel quemada reconocimos que sin protesta no hay progreso.

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  • La mujer del empresario

    Las jóvenes de la élite tampoco están contentas con este fastidioso statu quo. ¿Acaso no se han formado con igual o más esfuerzo que sus hermanos? ¿Acaso no tienen sueños y recursos para concretarlos?

    Recientemente, el Cacif ha figurado bastante en los medios. Como pasa siempre que alguien sugiere que la élite cargue con su parte en el financiamiento del Estado, la patronal no perdió tiempo para rechazar que pudieran contribuir a financiar la justicia. Eso de la responsabilidad se les da muy mal.

    Por mi parte y como siempre, veo la foto de los líderes empresariales y lo que vuelve a llamarme la atención es la ausencia de mujeres. Queriendo verificar si es simple casualidad o prejuicio mío, hago una búsqueda en internet. Pongo simplemente «cacif» en el buscador de imágenes. Entre las 100 primeras fotografías solo encuentro 2 con mujeres. En una se trata de una persona que está de espaldas a la cámara. En la otra son 3 mujeres indígenas, en segunda fila.

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  • ¿Un conservador atrevido?

    El conservador atrevido salta sin red, pues entiende que si no lo hace nunca será creíble, nunca será digno de confianza.

    Hace un año publiqué un ensayo en la revista Nueva Sociedad sobre las nuevas derechas en Guatemala. Entre estas destacaba una que llamé los reformistas tímidos: hijos de la élite que quieren algo mejor, que saben que les conviene cambiar, pero que no se atreven a romper abiertamente con la tradición oligárquica.

    Desde entonces ha corrido mucha agua bajo el puente. Abril marcó un parteaguas. La ciudadanía perdió miedo y se deshizo de un presidente y de una vicepresidenta corruptos, casi un centenar de exfuncionarios y hasta algunos empresarios enfrentan a la justicia y fue electo un outsider ¿cándido? como siguiente mandatario. Desde las aduanas, la ola de anticorrupción que desató la Cicig se expande a los servicios de salud e incluso amenaza con mojar los pies del inexpugnableliderazgo empresarial.

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  • Diálogo entre don Avarino Cacifón y el administrador de su fábrica de tortillas

    Cualquier emprendedor lo sabe: primero se invierte, luego se produce y finalmente se gana. Estos, en cambio, lo quieren al revés.

    Parado en la esquina del mercado, mientras esperaba el bus, era imposible no escuchar la conversación. El hombrecito moreno pedía con insistencia, y el otro, un tipo gordo y rosado, iba levantando cada vez más la voz.

    Don Avarino, fíjese que necesito más plata pa’ la fábrica de tortillas, que la cosa no está caminando, usté.

    —¿Cómo así que no está caminando?

    —Pues sí. Fíjese que no está saliendo la cantidad de tortillas que necesitamos.

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  • Administramos miseria

    No confundamos la infamia del ladrón con la miseria del pobre, con la miseria de nuestro Estado de pobres.

    El clasemediero vive en el dilema. Puede tenerlo todo, pero no todo a la vez. Aprende a ser frugal, pero las opciones son buenas: ir al cine o salir a cenar, tomar vacaciones o ahorrar para el carro nuevo.

    El dilema del pobre es malo. Tener algo, por poco que sea, siempre exige renunciar a otra necesidad básica. Si come, no tiene para vestir. Si consigue para el techo, sacrifica la comida y el vestido.

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  • Rendición de cuentas, rendición que cuenta

    Nos han dicho los apóstoles de la más convencional buena ciudadanía que, si no votamos, después no tenemos derecho a decir nada. Es espada de dos filos, pues agrego yo: entonces hoy, si usted votó por él, ahora deberá hacerse responsable.

    Me detengo en lo obvio nomás para dejarlo asentado: ganó Jimmy Morales. En seis meses pasó de curiosidad de campaña a presidente electo. Mes y medio bastó para duplicar la gente que votó por él en la primera vuelta.

    Con poco más que su imagen —campechano, conservador, racista e improvisado— dio a más de 2.7 millones de personas un espejo que les gustó —o quizá simplemente un retrato al que siguen aspirando—, y eso bastó para votar por él. Así que lo dejamos allí, montado triunfal en la cresta de la ola del antivoto, de la antipolítica… y del dinero de sus nuevos amigos.

    Nosotros, los ciudadanos, tenemos otra tarea que ni empieza hoy ni termina en cuatro años. Para nosotros es el tiempo del aprendizaje. Es el tiempo de la rendición de cuentas.

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