Category: Plaza Pública

  • Consuelo Porras es incompatible con la democracia

    Consuelo Porras es incompatible con la democracia

    El Estado moderno es como un pacto entre miembros de la sociedad. Funciona cuando hay bienes públicos que, al considerarse de todos, no sirven solo el interés privado. El reto es que, a la vez, el gobierno legítimo debe monopolizar su control a través del aparato público, para servir al conjunto de la sociedad. Ambas condiciones —bienes públicos y gobierno monopolista legítimo— sostienen el acuerdo del Estado moderno. 

    Es un pacto paradójico: las élites deben ceder poder sobre el Estado para ganar sosteniblemente los privilegios que él les garantiza. Y para ganar legitimidad el Estado no debe servir solo a las élites. Explica García Linera1 que es ese peculiar balance el que permite que el poder público no devenga en caos y tampoco en dictadura.

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  • Élites equilibradas contribuyen a una sociedad democrática

    Élites equilibradas contribuyen a una sociedad democrática

    Dice el refrán que «en la unión está la fuerza». Pero a veces convienen socios con menos fuerza y más justicia.

    Caracterizamos la democracia como sistema político en el que todos tenemos similar oportunidad de participar. Pero aún en las sociedades más democráticas los pocos que tienen muchos recursos —a quienes llamamos élite— tienen más capacidad que los demás para conseguir su voluntad.

    Ante eso es fácil (y conveniente) olvidar que los ricos también son ciudadanos, con iguales derechos y obligaciones que las demás personas. La diferencia es que, así como el Estado busca ampliar las oportunidades para que los más pobres ejerzan sus derechos, para con los más ricos conviene limitar el riesgo de que abusen de las instituciones a través del poder que da su riqueza. Ampliación de oportunidades y limitación de riesgos son anverso y revés de lo mismo: asegurar que todos gocemos de iguales derechos.

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  • Élites: cambiar, pero ¿para dónde?

    Élites: cambiar, pero ¿para dónde?

    El apabullante triunfo de Bernardo Arévalo y Movimiento Semilla responde a un cambio tectónico en el sentir ciudadano. El hartazgo de la población ante el sistema político corrupto coincidió con una oferta decente y capaz de conectar con esa población.

    Ante el cambio que señala el voto por Arévalo, las élites nacionales enfrentan una alternativa: o cambian la forma de vincularse con el Estado, o Guatemala —sociedad, economía e institucionalidad política— terminará por cambiar de élites. Los indicadores económicos, sociales, políticos, ambientales y de bienestar humano muestran un país en crisis. Y las élites, que por 4 décadas ejercieron incuestionablemente su predominio, no pueden evadir la responsabilidad causal en ello. 

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  • Elitismo, conservadurismo y clientelismo: gobernar a las élites

    Elitismo, conservadurismo y clientelismo: gobernar a las élites

    Guatemala enfrenta una crisis constitucional. El país ha llegado a un punto de inflexión, quizá a una bifurcación en el camino.

    No me refiero a problemas en el documento de la Constitución. Ciertamente la imposibilidad de disciplinar las ilegalidades del juez Orellana y del Ministerio Público destaca fallas del texto. Pero la crisis en 2023 implica algo más amplio: hay problemas en cómo está constituida Guatemala como comunidad político-económica. Debemos reconocer los retos en cómo nos relacionamos entre guatemaltecos y con nuestra riqueza humana, material y natural. Solo entonces servirá cambiar la ley fundamental.

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  • Escoger bien: reflexiones en torno al centro político

    Escoger bien: reflexiones en torno al centro político

    Usted va al restaurante y el mesero le entrega el menú. Escoge el pollo con arroz. No se le ocurriría decir que es más «pollero» que «resista», más «arrocero» que «papista». Simplemente tiene más ganas de comer pollo que de comer res, y acepta el arroz porque viene incluido en el plato.

    Imagine que visita un restaurante de bufé, donde le entregan un plato y puede tomar lo que quiera. Al terminar de servirse podría tener en el mismo plato un trozo de pollo, otro de res, algo de arroz y una papa. Eso no lo haría un «centrista» cárnico o del almidón, nomás indicaría que quería de todo un poco y podía tomarlo. Un auténtico centrista tendría que moler el pollo con la res, cosa poco apetecible.

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  • Nos unimos para cuestionar los usos de la ley

    Nos unimos para cuestionar los usos de la ley

    «Certificar lo conducente» es la muletilla del momento. La fórmula está en todas partes.

    Comenzó con Consuelo Porras, la execrable fiscal general, que usa el término hasta el fastidio. Lo dicen sus comunicados, lo repiten las cortes que apañan sus actos golpistas, lo reporta la prensa y termina en las redes y la charla diaria.

    Cortemos por lo sano, antes de creernos jurisconsultos. De lo contrario pensaremos que la crisis en Guatemala es jurídica, que la ley importa a quienes agreden a Semilla y actúan contra la democracia.

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  • La nueva derecha en Guatemala

    La nueva derecha en Guatemala

    El Tribunal Supremo Electoral oficializó al fin los resultados de las elecciones del 25 de junio, dando paso a la segunda vuelta electoral. Debió suceder hace ratos, pero más vale tarde que nunca. Y así confirmó que al balotaje pasó el Movimiento Semilla.

    No tardó la persecución maliciosa de Consuelo Porras y Rafael Curruchiche, su ruin correveidile. Pero con la orden ilegal de un juez corrupto solo elevaron hasta la estratósfera la visibilidad de Bernardo Arévalo y Karin Herrera, los candidatos de Semilla. Lo que empezó como campaña política hoy es mucho más, pues como gente decente cristalizan el descontento de una sociedad harta de un sistema que no le sirve.

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  • La violencia no basta, si la historia no convence

    La violencia no basta, si la historia no convence

    La realidad social tiene una peculiar existencia. Solo existe en la medida en que todos juntos creemos en ella.

    Esto ocurre en múltiples ámbitos de agregación, desde el más pequeño hasta el más grande. Dos personas dicen y creen que están casados (en principio un matrimonio no es más que texto en un certificado, o palabras de un oficiante en una boda), y con eso basta para que sean familia. Cien personas dicen y creen que trabajan para una empresa (su contrato de trabajo no es sino texto en un documento que han intercambiado con su empleador), y con eso basta para presentarse todos los días a la misma hora a trabajar y poder cobrar sueldo.

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  • Movimientos y trincheras

    Movimientos y trincheras

    En abril de 2015 la población guatemalteca salió de la trinchera en que estuvo agazapada por décadas.

    Con más entusiasmo que organización se abalanzó sobre la plaza. Imparable, tomó calles, periódicos y redes sociales, mientras su contrincante —élites miedosas, políticos corruptos y narcomilitares que los financiaban— debió replegarse, dando apenas respuesta.

    Pero el avance se disipó. Sin foco claro —¿qué conseguir, y cómo?— ni liderazgo, la mayoría volvió a sus casas y los menos a sus trincheras. Y comenzó la revancha. Jimmy Morales, soldadito lastimero, traicionó a sus votantes y, obediente corneta, dio el toque para la artillería corrupta al expulsar a la Cicig. Siguieron la toma del Ministerio Público, luego las cortes, la universidad, la Procuraduría de Derechos Humanos y, críticamente, el Tribunal Supremo Electoral.

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  • De voto secreto a ciudadanía orgullosa

    De voto secreto a ciudadanía orgullosa

    Una vez más vimos que las quinielas entretienen, pero sirven poco. Contra toda predicción, Movimiento Semilla pasó con Bernardo Arévalo a la segunda vuelta. Esto tiene implicaciones tectónicas.

    Para apreciarlo, repasemos cómo funcionaron los procesos electorales pasados para escoger consistentemente gente tan impresentable como Jimmy Morales o Alejandro Giammattei. De forma resumida: las élites y mafias deformaron en la última década el sistema electoral y de partidos políticos. Al cooptar las instituciones, incluyendo las cortes, pueden excluir a los candidatos incómodos, disciplinar a los que quieran ejercer su propio poder y allanar el camino al éxito a sus propios candidatos. Aunque el voto sea libre, produce un gobierno servicial, pues solo elige entre candidatos aceptables a las mafias.

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