Primero, la versión corta. Muchos argumentos sobre la Ley de Organizaciones No Gubernamentales (ONG), recién emitida por el Congreso, son espurios, maliciosos o equivocados.
Quienes promueven la malhadada ley tienen por qué dar argumentos errados. En su universo, todo vale con tal de cerrar espacios democráticos. Pero el mal que hacen rebasa incluso su miope imaginación: hasta los que quieren bien terminan haciendo argumentos dañinos.
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