A partir de un veinticinco de abril

Los 32,000 del sábado tienen una primera tarea, todos la tenemos: ¡ser más!

Sonó fuerte el primer aldabonazo llamando a una nueva democracia. Se perdieron el miedo y la apatía. Participaron casi 32,000. Otros muchos los seguimos de cerca y de lejos. Fue una fiesta que combinó indignación, humor y determinación. Hartos de abuso, debemos barrer la casa, pero al menos una tarde celebramos.

Sabemos que la manifestación del sábado fue apenas el primer paso. El grito de #RenunciaYa aclara la intención inmediata, que queda aún sin cumplimentar. Pero para ser más que la proverbial llamarada de tusa debemos aclarar las ideas, identificar los propósitos, distribuir las tareas, y que cada uno las desempeñe con persistencia hasta que se consigan. No por una tarde de sábado ni por un año. Tomará mucho tiempo y esfuerzo desandar el camino torcido que nos trajo aquí.

Así que, mientras más temprano empecemos, mejor.

¿Quiénes somos? Cobremos conciencia de quién se involucró. Lo que vimos fue, ¡al fin!, despertar a la clase media urbana. En la plaza había variedad, ¿por qué no?, pues a la fiesta va todo mundo. Pero en el fondo eran clasemedieros. Tradicionalmente conservadores, aspirantes a la movilidad social. Que hacen eco a la élite porque quisieran pertenecer a ella. Trabajadores, con algunas holguras, pero que viven al día. Por eso, indignados, despotricaron: los poderes políticos y económicos nos quedaron tan mal. Así que reconozca, repita como clasemediero: «Tenemos intereses propios. Si no actuamos, nadie lo hará por nosotros».

¿Alcanza con eso? La respuesta corta: no. Ahora la larga. Los clasemedieros hemos sido como la cuña. No movíamos la rueda del cambio, pero tampoco dejábamos que otros la movieran. El sábado renunciamos a ser cuñas. Perdimos los miedos. Aprendimos el valor de caminar a media calle, de portar una pancarta y de gritar. Pero somos pocos (9% de la población en 2012, dice el PNUD). Los 32,000 del sábado tienen una primera tarea, todos la tenemos: ¡ser más! De su círculo inmediato, ¿quién no estuvo? Asegúrese de que participe la próxima vez. Porque, de que habrá otra, la habrá.

Solidaridad y alianzas. Ser cuña tuvo otro efecto pernicioso: perdimos de vista que no estábamos solos. Levantamos muros. Despreciamos a los que no eran como nosotros, los que luchaban, los más necesitados. Hoy entendimos que vivimos más cerca del pobre que del rico y del poderoso. Los millones robados en la SAT importan porque fueron nuestros impuestos, pero importan más porque son esa escuela que no se instaló o ese hospital que no funciona. Debemos buscarnos mutuamente, tender puentes, construir alianzas, ser solidarios.

Un mensaje a la clase política. Pedir la renuncia no es trámite. Baldetti o Pérez Molina serán responsables con renuncia o sin ella, y el determinarlo se facilitará si no tienen derecho de antejuicio. Pero hay mucho más. Querer echar a un par de políticos insuficientes es decirle a toda la clase política que se acabó su fiesta. Ensáyelo:

Candidato, te acostumbraste a decir en campaña: «Si votan por mí les daré empleo, una playera, láminas, fertilizante, menos impuestos». Pues bien, nos cansamos. Ya no más. En adelante, si quieres que vote por ti, primero tendrás que mostrar la lista de todos tus financistas, el monto de todas tus finanzas, el estado de todo tu patrimonio y las calificaciones de todo tu equipo de trabajo.

Esto no se aplica solo al agónico PP. Se refiere también a Líder, con su candidato notoriamente falso; a la UNE, que tardó poco en amancebarse con los financistas del PP; a Todos, al PRI, al PAN, al MR, a los demás, cada uno con sus cuentas oscuras, sus candidatos impresentables, su transfuguismo insolente. Por décadas dijeron que el fin justificaba los medios. Hoy exigimos que muestren sus medios si hemos de creerles acerca de los fines.

Dos actores con cuentas pendientes. Para terminar de empezar, no olvide dos pendientes. Por el lado del debe: el Ejército, que se escabulló tras firmar la paz sin jamás admitir responsabilidad en los desmanes. Pero cada vez es más obvio su papel en la corrupción que nos desangra. Hoy debe empezar su saneo. Alejarse del poder, investigarse a profundidad sus finanzas, exigírsele que viva una ética de incorruptibilidad bajo control civil. Si no puede hacerlo, que desaparezca. Por el lado del haber: la élite empresarial, que siempre zafó bulto en el financiamiento del Estado. Pero el escándalo de la SAT no es solo corrupción. Es también un descomunal caso de evasión. No lo olvide cuando oiga a la élite empresarial decir que no puede pagar impuestos. Hoy les toca a ellos pagar primero. Y pagar más.

Original en Plaza Pública

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